En la sexagésima séptima entrega de Explorando Versiones, y como colofón de esta temporada, nuestro amigo Raulillo —autor del podcast La Taberna de Crowley— nos guiará por los sonidos oscuros y envolventes de Mr. Crowley, una de las canciones más emblemáticas de Ozzy Osbourne. Un tema en el que el heavy metal se cruza con el ocultismo, la teatralidad y el virtuosismo musical.
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¡Hola, hola! ¿Qué tal? Buenos días, tardes o noches, dependiendo de... ya sabéis qué.
Yo soy Raulillo, y me tenía que pasar sí o sí por Explorando Versiones.
Tenía que volver, sobre todo tras la triste noticia del pasado 22 de julio, cuando se nos congeló el alma al enterarnos del fallecimiento del Rey del Heavy Metal: Ozzy Osbourne.
Cuando me enteré de la muerte de Ozzy, me vi con la obligación moral de homenajearle, por la parte que me toca.
Digo “por la parte que me toca” porque el tema del que os voy a hablar es, ni más ni menos, que la sintonía del podcast que dirijo: La Taberna de Crowley.
Y hoy os traigo un homenaje con el formato clásico de Explorando Versiones: analizando la canción Mr. Crowley y algunas de sus versiones.
Hay canciones que parecen estar escritas en las paredes del tiempo. Y hay voces que no mueren, aunque su cuerpo ya haya callado.
Hace unos días, la Luz de Ozzy Osbourne se apagó. El Príncipe de las Tinieblas nos deja… pero su sombra —esa sombra tan suya— sigue proyectándose en cada nota, en cada alarido, en cada silencio cargado de distorsión.
Así que decidme, exploradores… ¿Estáis listos para descender por la escalera espiral del heavy metal hasta una canción que susurra lo prohibido, que murmura lo oculto y que invoca lo enigmático?
Pues alzad los cuernos al cielo. Porque empieza… Mr. Crowley. Una oda oscura a un hombre maldito. La elegía perfecta de un artista que supo mirar al abismo… y hacerlo cantar.
MR. CROWLEY (OZZY OSBOURNE, 1980): https://www.youtube.com/watch?v=o0RE230PlX4
Todo viaje comienza por su origen. Y aquí, el origen se llama John Michael Osbourne, nacido el 3 de diciembre de 1948, Marston Green, Reino Unido. Conocido por todos como Ozzy Osbourne… El príncipe de las tinieblas.
En 1979 fué expulsado de ese paraíso oscuro llamado Black Sabbath, la banda decana del Heavy metal. Sí, él, junto a Tony Iommi y compañía, crearon el Heavy Metal… os pongáis como os pongáis. Y aunque lo despidieron acusado de exceso y caos por su abuso de las drogas y bla, bla, bla…Todos sabemos cómo era Ozzy, este podcast no va a ir por ahí. Hoy no toca.
Hoy toca homenajearle y hablar de las cualidades y bondades del artista. Bondades como dejar que los músicos que le acompañaban tomaran parte activa de su proyecto en solitario, opinando y componiendo.
Ozzy, como toda criatura de la noche, renació en solitario, con su propia banda en 1980. Y en ese año nacía el disco “Blizzard of Ozz”, y con él, Mr. Crowley.
Una canción que parecía susurrada desde una catedral profana, que abría sus puertas con los acordes lúgubres de un órgano electrónico: Don Airey fue el arquitecto de ese umbral. Un portal sonoro que nos transporta a la ceremonia.
Y luego… el “solo”. No un “solo” cualquiera: según la revista Guitar World, el vigesimoctavo mejor solo de la historia del rock. Compuesto e interpretado por Randy Rhoads, un genio fugaz, caído en un accidente aéreo tan solo dos años después. Un mártir del metal, que es como un ángel con seis cuerdas de acero.
La canción es un retrato deformado, una máscara de Aleister Crowley: mago, embaucador, devoto del caos. Una figura donde se funden el esoterismo y el exceso. El mismo reflejo oscuro con el que Ozzy jugaría toda su vida.
El álbum, sostenido por el himno Crazy Train, alcanzó el puesto 21 en Billboard 200, y en 2017, Rolling Stone lo consagró como uno de los diez mejores discos de metal de la historia.
Mr. Crowley trascendió al mundo de los videojuegos. Entró en Brütal Legend.
Y también se convirtió en una pista jugable en Guitar Hero World Tour, al que un servidor le ha metido un montón de horas y debo confesar que me hacía ese solo con los ojos cerrados.
JOE LYNN TURNER: https://www.youtube.com/watch?v=vq6bBvRmW8c
Hoy recorremos una senda marcada por homenajes y hay paradas obligatorias. Y ésta, sin duda, es una de ellas.
Corría el año 1987 cuando el eco de una guitarra truncada por la tragedia volvió a la vida…
Un disco rendía tributo al talento inmortal de Randy Rhoads.
Y entre sus pistas emergía una versión poderosa de Mr. Crowley, que corrió a cargo de Joe Lynn Turner.
¿Que quién es? Pues no es un cualquiera. Veréis: Joe Lynn Turner ganó notoriedad como guitarrista y vocalista con la banda de New Jersey, Fandango y su trabajo llamó la atención al otro lado del charco de Ritchie Blackmore, el mago de las seis cuerdas en Deep Purple, que estaba en la búsqueda de un cantante para sustituir a Roniie James Dio en su banda Rainbow. Así que Joe Lynn llegó a grabar tres álbumes con la icónica banda del arcoíris, incluyendo Difficult to Cure.
CRADLE OF FILTH: https://www.youtube.com/watch?v=pfQCIBeNCZI
Algunos os preguntaréis: ¿Quién cojones es ese Mr. Crowley del que habla la canción?
Edward Alexander Crowley, más conocido como Aleister Crowley —o Frater Perdurabo, o “La Gran Bestia 666”— fue un ocultista, místico y mago ceremonial cuya influencia aún se extiende en las sombras del rock y el metal.
Fundador de la filosofía religiosa llamada Thelema, su credo se basaba en máximas que retumbaron como un eco en la contracultura.
"Haz tu voluntad: será toda la ley."
"El amor es la ley, el amor bajo la voluntad."
Un hombre que bajo el pretexto de alcanzar la omnisciencia buscaba entregarse a sus pasiones con libertad absoluta: drogas, placeres y secretos prohibidos. No es extraño que su sombra se proyecte en las leyendas del rock, desde The Beatles hasta Ghost, y especialmente en la mitología musical de Led Zeppelin. Otros candidatos a bajar al infierno… si es que no se han comprado ya su escalera al cielo.
Y con el sonido del mismísimo infierno, sube esta versión del álbum Nymphetamine, el sexto álbum de estudio de la banda inglesa de metal extremo Cradle of Filth, grabado en 2004.
El título es una combinación de "ninfa" y "anfetamina", que alude a una adicción venenosa a una mujer vampírica que te devora y consume con la misma voracidad que las drogas.
Este álbum está profundamente influenciado por Crowley, y está teñido con ecos literarios de Edgar Allan Poe y la ficción cósmica de H.P. Lovecraft, en particular los Mitos de Cthulhu...
En fin, que si quieres un viaje turbio, inquietante, donde la magia negra se mezcla con la música para invocar aquello que no debe ser nombrado. El disco Nynphetamine y esta versión de Mr Crowley, son las indicadas para ti.
GEORGE LYNCH: https://www.youtube.com/watch?v=qh-3fGZs0m8
Ahora vamos con el asombroso caso de George Lynch, el guitarrista que pudo ser, que fué y que al mismo tiempo, nunca fue. Miembro de la banda de Ozzy Osbourne…
Lynch es una leyenda entre los guitarristas, y hay quienes afirman que fue pionero en el famoso estilo tapping con ambas manos en el mástil, incluso antes que el mismísimo Eddie Van Halen lo hiciera.
Lynch audicionó para la banda de Ozzy en dos ocasiones: la primera en 1979, donde perdió frente al imponente Randy Rhoads. Y la segunda, en 1982, momento en el que, según cuenta el propio Lynch, fue contratado por tres días… antes de que Ozzy cambiara de parecer y eligiera a Jake E. Lee como su guitarrista definitivo.
Sin embargo, Lee tiene otra versión: asegura que Lynch tuvo el trabajo, pero apenas por dos semanas, y que en realidad nunca llegó a tocar con Ozzy.
Cuando George Lynch mira hacia atrás con serenidad y buen humor. Cuando se le pregunta sobre aquella etapa dice con humildad: “Gané el premio de consolación”.
Tan buena es su energía que en 2001 decidió versionar Mr. Crowley en su disco titulado “Will Play for Food” —“Tocaré por comida”— regalándonos así un solo de guitarra que nos transporta a un universo paralelo, un escenario alternativo donde Ozzy no habría cambiado de opinión.
Escuchar esa interpretación es imaginar lo que pudo haber sido, y entender que la música siempre encuentra su camino, incluso en los caminos nunca recorridos.
MOONSPELL: https://www.youtube.com/watch?v=EmZAM7OCaZQ
Parece que, sin importar quién tome la guitarra, esos solos de Randy Rhoads se clavan en el alma. ¿Será acaso obra de magia negra, invocando el espíritu de la Gran Bestia Aleister Crowley para esa canción? ¿O será algo más mágico como la combinación única de la genialidad de Ozzy y Randy, capaces de componer y transmitir algo más allá de lo humano?
Sea cual sea la razón, estos solos son como fragmentos de esperanza que emergen desde la oscuridad más profunda.
Como testimonio de ese poder, os traigo a Moonspell, la banda portuguesa de metal gótico, que en 2001 lanzó un álbum de versiones titulado “Darkness and Hope” (Oscuridad y Esperanza).
Ahí llega el solo… ¿Veis a lo que me refería?
Jack Black: https://www.youtube.com/watch?v=hm-M8GvgYws
Fueron las palabras de Ozzy en la rueda de prensa previa a aquel magno evento: “Back to the Beginning”.
¿Qué es esto? ¿En qué mundo vives tú si no conoces esta historia? “Back to the Beginning” fue el concierto de despedida, un último homenaje que Ozzy organizó para el mundo entero, transmitido en vivo por streaming.
Todo lo recaudado se destinó a la lucha contra el Parkinson, esa enfermedad implacable que lo golpeó sin piedad y que, finalmente, se lo llevó, junto a sus compañeros Randy Rhoads y Lemmy Kilmister.
Para ese día, Ozzy abandonó los tratamientos que apagaban su voz, entregándose con todo lo que su cuerpo y alma pudieron dar dentro de lo posible.
Un adiós desde el trono oscuro, vestido de cuero negro y tachuelas, coronado por un murciélago infernal, símbolo indeleble de su leyenda.
Porque todos sabemos la historia de Ozzy y los murciélagos, ¿verdad?
En aquel evento colosal se reunieron los titanes del rock y el metal: Metallica, Slayer, Pantera, Gojira, Halestorm, Tool, Lamb of God, Anthrax, Mastodon, Guns N’ Roses, Steven Tyler… una constelación de leyendas.
A la guitarra principal, Zakk Wylde, fiel compañero de batalla durante años en la banda de Ozzy.
La presentación estuvo a cargo de Jason Momoa, y por última vez se reunieron los miembros originales de Black Sabbath, en una emotiva reunión final.
Pero la sorpresa mayor fue el inicio de la retransmisión, con la última versión conocida de Mr. Crowley: la actuación grabada en 2022 de Jack Black.
El actor, cómico, músico y fan incondicional del rock y el metal, rindió homenaje luciendo el mismo atuendo que Ozzy llevó la primera vez que interpretó esta icónica canción en público.
No estaba solo. Acompañado por la nueva sangre del metal: Roman Morello, hijo de Tom Morello (Rage Against the Machine), y Revel Ian, hijo de Scott Ian (Anthrax).
¡Grande Jack Black!
YNGWIE MALMSTEEN Y TIM OWENS: https://www.youtube.com/watch?v=aAli1Ie77-Q
Llegamos a la última versión, y para mí, la más especial. Quienes me conocéis ya sabéis por qué. Y para quienes no, os cuento: esta versión de Mr. Crowley es la sintonía de mi podcast, La Taberna de Crowley.
Pero no es mi favorita solo por eso. Está interpretada a la guitarra por Yngwie Malmsteen, la reencarnación de Paganini, el violinista del diablo. Un virtuoso que cada vez que toca su guitarra parece que le saca fuegos artificiales de fantasía.
Y además la versión cuenta con la voz imponente de Tim “Ripper” Owens, aquel que comenzó en un grupo tributo a Judas Priest y terminó siendo el vocalista de su banda adorada, reemplazando a Rob Halford durante algunos años.
Esta poderosa canción salió a la luz en 2006, en el álbum tributo a Ozzy: Flying High Again. Y con ella, cerramos este Explorando Versiones, rindiendo homenaje al Príncipe de las Tinieblas.
Porque Ozzy no fue solo un cantante. Fue un rito, una grieta en la historia del rock, un grito que nunca pidió permiso para sonar.
Hoy lo despedimos como a los grandes: con música, con respeto… y con el corazón un poco más roto.
Mr. Crowley fue una de sus muchas invocaciones, una pregunta lanzada al viento oscuro,
una ceremonia sin respuestas… Pero quizá, al escuchar sus ecos, comprendamos que Ozzy no buscaba respuestas: solo quería que se le escuchase.
Hasta siempre, Ozzy. Que tu voz siga sonando… allá donde el volumen nunca se apaga.